José Fco. Reyes Gamero (CENDES)
RESUMEN: |
|
Las ideas contenidas en este artículo fueron extraídas de un trabajo sobre la formación de recursos humanos en Informática, realizado para el CONICIT por el equipo de investigación “Informática y Sociedad” del CENDES (Area Ciencia y Tecnología). El estudio preparado por los investigadores José F. Reyes y Judith Sutz cubre en esta oportunidad el caso de la UCV. En números subsiguientes y a medida que avance la investigación se presentarán los resultados sobre otros institutos docentes.
La más joven de las Escuelas de la Facultad de Ciencias-UCV, la de Computación, ofrece la licenciatura que cuenta en la actualidad con más demanda estudiantil. La relación demanda/cupo está tan elevada para esta especialidad, que los estudiantes seleccionados para seguirla presentan los promedios de notas de enseñanza secundaria más altos de toda la Universidad (1); es más reñida la competencia por entrar a la Escuela de Computación que por ingresar a las carreras tradicionalmente más codiciadas como medicina, ingeniería o arquitectura.
Esta es una situación relativamente nueva: tiene apenas diez años y refleja fuertemente una realidad que por cierto se genera bastante lejos del mundo académico: la temprana y masiva incorporación de Venezuela como usuaria en el mercado informático.
La institucionalización académica de la computación en el país, en su doble vertiente de investigación y docencia, se encuentra así asediada, desde sus comienzos, por fuertes presiones externas, siendo quizás éste el factor más determinante en su evolución. Pero aunque muy importante, no fue el único. La extrema juventud de la disciplina, la carencia de todo tipo de antecedente académico local ya que no puede calificarse de tal los cursillos que dictaba en el país la IBM, e incluso un problema de definición básica, como es el de si debía considerarse a la computación una ciencia por derecho propio o más bien una herramienta al servicio de otros agrupamientos disciplinarios, fueron también factores de gran incidencia en dicho proceso de institucionalización.
Si nos remontamos al tiempo de los pioneros de la computación, nos encontramos con las tentativas de desarrollar una tecnología, que si bien tiene ciertos antecedentes teóricos en la búsqueda de una metodología para la resolución universal de problemas formales, en la práctica asume la función de racionalizar el orden de las magnitudes físicas y temporales que hacían de ciertas tareas una empresa irrealizable: la manipulación de grandes contingentes de datos e innumerables secuencias de operaciones en términos de tiempo considerados como aceptables. En este estado, el equipamiento físico, la organización de la información que le servía de insumo y los métodos de procesamiento eran considerados como la propia aplicación lógica de las matemáticas. Actualmente, dada la naturalización de la materia que por este proceso puede ser transformada, la información, la que a la vez es producto, crecen vertiginosamente las vertientes de aplicación, surcando los campos de las más diversas disciplinas. Esto crea la imperiosa necesidad de formalizar, tanto la organización física como la representación lógica de este ente móvil que es la información, lo que representa un reto para todas aquellas áreas del conocimiento que confluyen en este fenómeno: Física, Electrónica, Lingüística, Lógica y desde luego para las Matemáticas, que se enfrenta a aspectos hasta ahora no reconocidos como objetos de estudio.
A medida que se establecen estas especificidades como focos cognoscitivos que se agrupan en torno al tratamiento automático de la información, tiene lugar una suerte muy reñida de metamorfosis que finalmente dará nacimiento a una nueva ciencia: la Informática o Ciencias de la Computación. Aunque su juventud no permite delimitarla definitivamente, su núcleo ha logrado institucionalizarse en el ámbito científico-docente; su desarrollo está tan presionado por constantes cambios y perfecciones que para incidir sobre él se hace imprescindible la formación de científicos en la materia. Nuevamente aquí la juventud de la disciplina y la movilidad de su objeto de conocimiento dificulta las definiciones categóricas. En todo caso esto último es de dudosa importancia. Lo que parece por cierto más útil es reconocer que además de vertientes tecnológicas y de aplicación, en torno al computador se ha nucleado una nueva disciplina científica. Permitir su establecimiento y desarrollo parece entonces también objetivo obligado de una política científica.
En Venezuela empero, el parque de computadoras constituye el marco de referencia más importante para abordar el análisis de la formación de especialistas en el área. Su tamaño, origen, formas de comercialización y actividades a que se le destina influyen en forma determinante sobre la demanda de profesionales informáticos, y sesgan Fuertemente la orientación educativa del sector.
Desde el punto de vista del volumen de equipos, un factor relevante es la de especialistas que se requieren para su utilización. En Venezuela, la situación en materia de mano de obra informática, queda resumida, en forma cualitativa, por estas opiniones:
“...es notorio el déficit tanto de profesionales de nivel superior como de personal técnico medio, cuya magnitudes afectan las posibilidades de transferencia tecnológica” (2)
“Las fuentes comerciales informan de un constante déficit de trabajadores competentes, particularmente operadores, analistas de sistemas y gerentes para el procesamiento electrónico de datos” (3).
Las estimaciones sobre mano de obra informática contenidas en un amplio informe norteamericano de diciembre de 1979 eran las siguientes: 1200 analistas de sistemas y diseñadores de software (no necesariamente graduados en la disciplina), 2400 programadores y 5000 operadores. A partir de estas cifras y del Cuadro No 1 puede estimarse el déficit, si se toma como criterio de asignación de personal por computador, el que se utilizaba en Alemania en 1978: 1 persona para micro y mini-computadores, 6, 8 para equipos medianos y 9, 6 para equipos grandes (4), entendiéndose que éste es el personal que requiere preparación universitaria. Si asimilamos el equipo clasificado pequeño a la categoría “mini” desde el punto de vista de personal, Venezuela necesitaba en 1979, 4.589 profesionales, y si lo hacemos en la categoría mediano, requeriría 9.559. Aún en la estimación más conservadora, el déficit se hace evidente.
En cuanto a las aplicaciones, en el Cuadro No 2, es bien elocuente ese 91% de tiempo total de procesamiento dedicado a actividades administrativas. El impacto de este patrón de uso del equipo será determinante para la definición del perfil del egresado universitario en computación, como veremos más adelante.
En este aspecto, la influencia norteamericana es inequívoca. En cambio, a nivel académico, la situación es menos clara.
Figura 1
VENEZUELA: NÚMERO Y VALOR ACUMULADO DE COMPUTADORAS
INSTALADAS, POR SECTORES USUARIOS PRINCIPALES HASTA EL 30-11-79
|
Fuente: Country Market Survey. Computers and Peripheral equipment. Venezuela.
U.S. Department of Commerce. CMS. 81-312, marzo, 1981.
Figura No 2
VENEZUELA: TIEMPO DE MAQUINA CONSUMIDO
POR APLICACIONES PRINCIPALES
APLICACION |
PORCENTAJE DE TIEMPO TOTAL DE MAQUINA |
|
Negocios/Procesamiento de datos comerciales |
|
91 |
Control Industrial Control de Procesos Continuos Control de Maquinaria Gerencia Industrial |
1 - - |
1 |
Comunicación de Datos Controladores de Terminales “Tront end Systems” Conmutación de Circuitos Concentración de Mensajes |
1 2 - 1 |
4 |
Análisis de Laboratorio |
|
1 |
Otros |
|
4 |
TOTAL |
|
100 |
Fuente: Country Market Survey. Computers and Peripheral equipment.
Venezuela. U.S. Department of Commerce. CMS. 81-312, marzo, 1981
En el momento en que comenzaban las discusiones para la creación de una licenciatura de computación en la Facultad de Ciencias de la UCV, que fue la primera del país aparecía en EE.UU. el primer informe del Comité de Curriculum en Ciencias de la Computación (5). “Un programa de pre-grado en Ciencias de la Computación: recomendaciones preliminares", que tuviera gran impacto dentro y fuera de ese país. La existencia de cursos completos a nivel de pregrado es vista en el informe como necesaria, pero en absoluto deseable (6). Por comparación con los programas de post-grado en computación, que existían desde fines de la década del cincuenta, se temía que en el pre-grado se fomentara una especialización temprana y se le impidiera al estudiante adquirir “la madurez intelectual que le permita tener una perspectiva amplia de su propia disciplina e interactuar con otras disciplinas” (7). Esta preocupación ante la eventual especialización estrecha del profesional lleva el informe a comentar que “Además de las asignaturas de Ciencias de la Computación ...hay muchas áreas relacionadas en matemáticas, estadísticas, ingeniería eléctrica, filosofía, lingüística ingeniería industrial o de gerencia que resultan esenciales para balancer un programa en Ciencias de la Computación" (8).
Con una somera lectura del informe se ponen en evidencia las dificultades para llevar a la práctica sus recomendaciones en Venezuela. Las de orden operativo son ya muy grandes: carencia de profesores y aún de profesionales de la computación con formación académica en el campo, escasez de textos, y sumado a esto, la falta de una tradición de estudios en esa área.
Pero quizás la mayor dificultad provenga de un problema más básico: que el país se relaciona con la computación exclusivamente en calidad de usuario, sin ninguna relación con etapas de diseño y producción. Y además, que al comenzar la preocupación por formar computistas de nivel universitario, la tecnología ya ha adquirido un considerable grado de madurez y normalización, pudiendo comprarse en el mercado paquetes completos para la resolución de los más diversos problemas. Es difícil, en ese contexto, consolidar un programa de estudios que se aparte radicalmente de la presión de la demanda apuntando a la “amplia apertura hacia la propia disciplina”, imprescindible en una perspectiva científica.
La inquietud por crear núcleos de trabajo relacionados con la computación electrónica en la Universidad, se remonta a la época en que se creó la Facultad de Ciencias de la UCV, en 1958. La memoria de actividades de la Facultad de ese año, por ejemplo, da cuenta que el CDCH facilita la contratación de un matemático con vinculación a la computación digital; además se comienza a preparar la instalación de un computador “para asegurar una intensa actividad de intercambio internacional, en especial con los países latinoamericanos”.
Es interesante destacar, en especial por los conflictos que se presentaron posteriormente, la “paternidad" académica del interés por la computación que sin duda corresponde a la Facultad de Ciencias.
En una entrevista realizada con el Dr. Manuel Benporad, que fue el primer director de la Escuela de Física y Matemáticas de la Facultad de Ciencias, éste comentaba que desde la creación de la Escuela hasta fines de 1960, habían sido contratados varios investigadores que tenían un marcado interés por los problemas vinculados con la computación. Uno de ellos, que comenzó con tiempo convencional pasando a medio tiempo en octubre de 1960, era Fernán Rodríguez Hill, que se desempeñaba en el Ministerio de Minas e Hidrocarburos y fue uno de los pioneros del campo en Venezuela. Otros fueron Carlos Domingo y Oscar Varsavsky, ambos interesados en el diseño de modelos matemáticos para la economía y sociología.
La realización de modelos para el comportamiento económico y social siguió siendo una de las principales actividades de investigación del Departamento, cuyo primer director, Carlos Domingo, estaba estrechamente vinculado al tema. Con la creación del CENDES cuyo director, Jorge Ahumada, también tenía gran interés en esas investigaciones, se consolida el trabajo en esa dirección. Tan estrecha era la relación del Departamento de Cálculo numérico y el CENDES, que cuando en 1967 se obtiene la autorización para cambiar el equipo existente por una gran máquina, la IBM 360/40, uno de los argumentos fue el siguiente: “En particular, los trabajos que realiza el CENDES y que son procesados en nuestras máquinas requerían una capacidad de memoria y de velocidad mucho mayor de la que existe actualmente en la UCV” (9). Y en la memoria de la Facultad de Ciencias de 1968, el informe del Departamento de Computación da cuenta que el tiempo de máquina consumido por el CENDES llega a 25.498,11 minutos durante ese año, sobre un total de 149.309,10 siendo por lejos el usuario más importante de todas las dependencias, universitarias o no, que utilizaron el computador, a excepción del propio departamento, en cuyo tiempo de uso se contabiliza la docencia.
El Departamento de Cálculo Numérico ofreció también asesoramiento externo y puede destacarse entre sus tareas de investigación el diseño de un lenguaje propio, el P.U.C. (Procesador Universidad Central).
Su labor docente, a través de la cual se constató el gran interés que existía en el medio por adquirir formación en computación, fue un antecedente muy importante para la creación de la Licenciatura. Las razones para esto son de diverso orden. El éxito, en términos de número de estudiantes, de los cursos de programación que venía ofreciendo el Departamento era muy grande; la proliferación de equipos de computación en los más diversos niveles creaba una fuerte demanda de profesionales; el reconocimiento general del impacto económico y social de la computación crecía y con él, la idea de crear estructuras académicas para estudiarla y enseñarla, iba tomando forma.
Pero quizás la más fuerte de las razones no fue precisamente esa. La carencia de técnicos informáticos en el país era notoria, y el papel que se adjudica a la Universidad para subsanarla se hace explícita: “La carrera de computación, como se sabe, surgió de una real necesidad del medio y de una presión de este medio para la formación de personal capacitado en un campo que, repetimos cada día se muestra más y más atractivo y cuya expansión no conoce, hasta el momento, fronteras. La Universidad, y en particular, la Facultad de Ciencias, cumple así con un deber ineludible de proveer a la comunidad de los técnicos y del personal preparado para hacer frente a los problemas más inmediatos y más urgentes que esa misma comunidad enfrenta (10). La necesidad de formar personal especializado es evidente a nivel social; la intención de que dicha formación sea impartida a nivel universitario es comprensible y positiva. En un medio virgen de experticias locales, donde la educación informática venía siendo impartida por los suplidores de equipo, crear estructuras independientes y propias de preparación técnica resultaba ineludible, y dada la naturaleza de la tecnología involucrada, nada más natural que de ello se ocupara la Universidad.
Queda pendiente sin embargo, una pregunta: ¿por qué ubicar la carrera de computación en la Facultad de Ciencias? Si el argumento más fuerte y presionante para su creación es la necesidad de profesionales, y esta necesidad se manifiesta por la creciente utilización de computadores en ingeniería, administración, estadística, etc., ¿por qué no crear especializaciones en dichas carreras? Una primera respuesta y bien razonable por cierto, es que no se puede ver a la computación con una perspectiva de usuario, exclusivamente. La generalización del uso de la tecnología tiene su base en desarrollos eminentemente científicos, y este aspecto no puede ser descuidado so pena de consagrar la dependencia en un sector vital como hecho irreversible. Crear una licenciatura de computación en el ámbito de la Facultad de Ciencias, contemplado no sólo la dimensión docente sino la de investigación en el campo, es así una decisión la vez importante y correcta.
Una segunda respuesta es que allí, en la Facultad de Ciencias de la UCV están los antecedentes naturales de tal carrera. El Departamento de Cálculo Numérico, los primeros cursos de programación que se dictaron a nivel universitario, el computador de orientación científica, los investigadores vinculados al campo.
Pero sigue siendo cierto que entre la demanda real por formación computacional, eminentemente profesionalizante, y los objetivos de una carrera de vocación científica, existe un divorcio real, que fue fuente de problemas desde un principio y sigue siéndolo en la actualidad.
En realidad, la pregunta más bien debería ser ¿por qué una carrera de computación sólo en Ciencias?, o más aún, ¿por qué una única orientación académica explícita?
Es de destacar que estas interrogantes estaban presentes desde un principio. M. Benporad, que fue director de la Escuela de Física, Matemáticas y Computación nombre que adquiere al aprobarse la licenciatura mantuvo conversaciones con profesores de la Facultad de Economía para separar la carrera en dos partes. Una, la netamente administrativa, pasaría a esa Facultad, con apoyo de Ciencias, y la otra, la más orientada científicamente, se quedaría allí.
Este proyecto no prosperó, como tampoco lo hicieron otros, sea el de delimitar netamente dos opciones dentro de la licenciatura o crear una carrera corta, de tres años, en paralelo con aquella.
La importancia de la herramienta, el prestigio de la carrera y el poder que de todo esto se derivaba pareciera estar en la base de la decisión, tomada por las autoridades de la Facultad en aquel entonces, de radicar exclusivamente en Ciencias una licenciatura que, por razones externas difícilmente enfrentables, tuvo y tiene una naturaleza híbrida.
Finalmente, en marzo de 1968, se aprueba la creación de la Licenciatura. Y la naturaleza contradictoria de las argumentaciones, en pos de su legitimidad no ha sido superada hasta hoy día. Por una parte, ”el licenciado en Computación debía ser ...un profesional con orientación fundamentalmente científica para el desarrollo de tecnología informática, y por la otra, un profesional, cuya función era hacer de intermediario entre los especialistas que formularán los problemas (a veces en forma no muy clara) y los programadores, técnicos, etc., que codificaran los programas con las especificaciones dadas por el computista. Vale la pena recalcar una vez más que el divorcio de los objetivos no se establece en forma intrínseca. Sin industria propia, dependiendo totalmente de la importación con formas de negociación tecnológica que traban una aproximación independiente a los problemas y, sumado a esto, un crecimiento explosivo y anárquico del parque computacional rigiendo el funcionamiento de cada vez más actividades; ¿cómo compatibilizar, en una sola estructura, objetivos que la situación real vuelve netamente diferentes?
La debilidad de la infraestructura docente del Departamento de Computación adquirió un carácter realmente dramático al poco tiempo de creada la licenciatura.
Si bien las matrículas por semestre en las tres carreras son análogas, el número de estudiantes por docente es muchísimo mayor en computación que en cualquier otra licenciatura de la Facultad, y esto incide fuertemente en el perfil final de la carrera.
El numero de profesores era exactamente el mismo en 1968 y en 1974 veinticinco, contando auxiliares mientras en ese lapso los estudiantes habían pasado de seiscientos cincuenta a más de mil trescientos (11).
Vemos así que a pesar de las analogías que presentan ciertos indicadores, la situación de computación sigue siendo excepcional dentro de la Facultad de Ciencias. La imagen de normalidad de la Escuela, derivada de tener una matrícula comparable a otras, es particularmente ilusoria si se toma en cuenta el contexto de demanda estudiantil, mercado de trabajo, restricciones de ingreso, capacidad docente y, por último, orientación académica.
Esa situación fue mejorando con el tiempo, pero aún hoy sigue siendo agudamente deficitaria.
Por otra parte, la necesidad de una estructura de investigación y docencia en computación de neta orientación científica, no se deriva de una perspectiva académica exclusivamente Desde un punto de vista más general, resulta imprescindible para abordar con autonomía los graves problemas que enfrenta el país al cabo de treinta años de incorporación anárquica, irracional, y sobre todo, extremadamente dependiente.
Es así como en el ámbito de las disciplinas, la Informática (o Ciencias de la Computación), forcejea par hacerse de un espacio que la defina de una vez por todas como una de ellas, y en el ámbito laboral se cristalizan diferentes niveles de gestión que emergen de la diversidad y dinamismo en el campo de las aplicaciones. En cada una de estas áreas se reclaman también distintos perfiles en los profesionales. Para atender esta demanda en los países donde emerge originalmente esta nueva ciencia, un panel de especialistas (con representación de científicos, docentes, gremios profesionales, instancias oficiales e industria privada) se preocupa por la elaboración de planes y recomendaciones basadas en el estado del arte y en proyecciones analíticas sobre las necesidades futuras, las que a su vez servirán como marco referencial en la programación de recursos humanos y el diseño curricular.
Se nos ocurren tres elementos que pueden garantizar la validez de estas recomendaciones y que según estén presentes en el análisis de curricula determinan la efectividad de las estrategias sugeridas:
1. Un conocimiento amplio y profundo de la disciplina y de las interrelaciones tanto en el seno de su materia como en el contexto interdisciplinario es condición indispensable para poder delimitar las diversas áreas así como los sujetos que conforman cada una de ellas.
Esta es la única fórmula para afinar coherentemente las interdependencias entre los tópicos que permitirán construir una estructura curricular para el aprendizaje gradual y equilibrado de los fundamentos que servirán de soporte al futuro profesional cualquiera que sea su nivel o especialidad.
2. Disponer de un instrumento analítico que permita conocer la estructura de la demanda, es imprescindible para la elaboración de planes prospectivos por áreas y niveles profesionales según se concentren las necesidades. En este sentido es importante un conocimiento no sólo de las tendencias en la evolución de los campos de aplicación, investigación y desarrollo sino específicamente de dónde radican y a qué se deben las estrecheces y deficiencias en el mercado laboral en cuanto al nivel y la calidad del profesional disponible.
3. Si bien este punto está en estrecha relación con los dos anteriores en ciertas circunstancias toma características muy particulares. Se refiere a las relaciones y proporciones que existen entre el desarrollo tecnológico por una parte y la producción y reproducción del conocimiento por la otra. El sector industrial que provee la tecnología y el universo de usuarios que masivamente se sirve de ella son por excelencia los usufructuarios del aparato de formación de recursos humanos, y son ellos a la vez los primeros interesados en fomentar la creación de una infraestructura científico-técnica que sea receptiva a sus limitaciones de investigación y docencia. He aquí entonces el origen de una red interna de transferencia de conocimientos entre aulas, oficinas y laboratorios.
A la luz de estos tres factores analizamos ciertos aspectos de la evolución curricular de la educación informática en Venezuela, análisis que desarrollaremos particularmente en e! caso de la licenciatura de la Facultad de Ciencias-UCV por su relativamente larga trayectoria en este campo y por haber soportado las más fuertes presiones externas, producto de la anarquía tecnológica que sufre el país en los tiempos de bonanza económica.
Las distorsiones que en el estudio señalamos, surgen como resultado de la desintegración de factores en el proceso de trasferencia tecnológica, caracterizada por la introducción indiscriminada y en gran escala de la mera técnica, sin proveerla de un contorno estratégico que tienda a maximizar su utilidad y a racionalizar los recursos. Por el contrario, esta desarticulación incidirá negativamente en el desarrollo de proyectos aislados, así tengan estos la mejor intención de dominar la situación.
Una de las diferencias más notables en el proceso de institucionalización disciplinaria de la informática con respecto a los países creadores de la tecnología, se observa en la modalidad de introducción del equipo en las universidades y en el diálogo que predomina con el proveedor. Al ser catalogadas nuestras universidades como un cliente más, éstas se encuentran relegadas a la clásica condición de usuarios con todas sus restricciones contractuales, situación que se agrava aún más por la limitada capacidad de servicio y soporte de los proveedores locales. El proceso de transferencia de esta tecnología es acompañado por una deliberada segmentación del conocimiento sobre sus posibilidades de utilización y potencial de manipulación. El agente local se limita a comercializar hard y software estándar con un mínimo de mantenimiento, a cargo de un personal de planta entrenado en la casa matriz para resolver problemas de poca envergadura a una clase de clientes bastante uniforme en el campo de las aplicaciones administrativas. Las consecuencias de este status para la universidad son sumamente críticas a menos que se desarrollen internamente experticias independientes, capaces de garantizar cierta flexibilidad en la utilización de la tecnología con fines docentes y de investigación. La primera restricción se adquiere en el momento de la negociación, que generalmente se hace en forma de paquetes integrales, imposibilitando de entrada configuraciones alternativas. De esta forma se subordina la enseñanza y la investigación a un tipo determinado de arquitectura ya que los recursos no alcanzarían para disponer de varios equipos. Luego a medida que los proveedores fijan sus propios criterios de obsolescencia aumentan las presiones para desahuciar los “viejos” equipos. Los nuevos desarrollos van integrando cada vez más funciones, antes accesibles, a la arquitectura del equipo, imponiendo a los niveles de operación y manipulación un grado de abstracción (balck boxes) no siempre recomendables en la gestión docente y de investigación. Otra dificultad que se le presenta al cliente no convencional es la utilización de herramientas no desarrolladas por el proveedor, a las que, aún perteneciendo a sus catálogos de venta, no se les garantiza continuidad en la actualización, soporte ni documentación. Esto significa en la práctica que con un cambio de versión en el sistema de operación quedaría fuera de servicio, instrumento generalmente de alta utilización científico-docente.
Ya que las causales de esta situación insertas en el proceso mismo de transferencia tecnológica y careciendo de usuario convencional de capacidades para implementar soluciones alternativas, es la Universidad la que debe superar una problemática que puede revertir fácilmente en una crisis.
Por estas razones es indispensable para la implementación de una reforma curricular, disponer de herramientas adecuadas, que sirvan de soporte instrumental a las asignaturas y laboratorios. En la formación básica es recomendable tener acceso a los niveles de manipulación más primitivas para que el estudiante pueda sentar los fundamentos conceptuales de la arquitectura real del equipo. Un dominio cabal a este nivel garantiza igualmente la posibilidad de modificar o adaptar instrumentos, sean estos lenguajes o paquetes de específica aplicación negociados en ausencia del proveedor, y más aún, abre el campo para emprender desarrollos independientes.
Un equipo humano que asume con profundidad y propiedad estas tareas constituye la única infraestructura técnica capaz de velar por la calidad integral de una estructura curricular para formar profesionales en esta disciplina.
NOTAS