ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 45, Nº 2, Año 2024 • Mar-Abr
DE LEON C.H. & ABREGO A. «Revisión histórica del sector laboral informal en Guatemala y la carencia del
pensamiento estratégico de este grupo»
En el campo administrativo, la estrategia es una guía que integra las metas principales de una organización, así
como sus políticas y la secuencia que deben de tener las acciones a desarrollar; cuando estas se formulan
adecuadamente, ayuda a ordenar con base en las capacidades y recursos de la empresa, previendo los cambios
en el entorno donde se desenvuelven, así como las acciones que desarrollan sus competidores (Mintzberg &
Quinn, 1997, p. 5).
Entre los factores básicos que debe poseer una estrategia eficaz están los objetivos claros y decisivos o que
aseguren la continuidad de la empresa, conservar la iniciativa, concentración, flexibilidad, liderazgo coordinado
y comprometido, así como sorpresa y seguridad; una estrategia termina siendo un plan o curso determinado a
seguir para enfrentar situaciones específicas. También es un patrón de flujo de acciones, como pauta de acción.
Igualmente, es una posición para ubicarse en un medio ambiente donde se compite; por último, es una
perspectiva de cómo visualizar el mundo. A lo anterior se le conoce como las 5 P de la estrategia (Mintzberg &
Quinn, 1997, p. 14 - 19).
Anteriormente, se abordó la falta de identificación de la mayoría de integrantes de este grupo con la actividad
que desarrollan. Adolecer de este enfoque sistémico, en palabras de Del Río Cortina et al. (2021), es el camino
directo a la desaparición para una organización. Según Morrisey (1999), el pensamiento estratégico individual
incorpora a la experiencia para decidir las futuras acciones a desarrollar; en cuanto al empresarial, se desarrolla
por medio de la coordinación de la creatividad y perspectiva común de varias personas, siempre en búsqueda
del desarrollo a futuro; ambos tipos de pensamiento estratégico buscan igualmente el desarrollo a futuro.
Es casi nula la bibliografía que disponible sobre la aplicación del pensamiento estratégico en trabajadores de la
economía informal; la mayoría se ha decantado por investigar sobre grupos similares, en cuanto a la generación
de empleo y la actividad económica, como las microempresas y los emprendedores por necesidad. Según
Schnarch (2016), los emprendimientos empresariales se pueden categorizar como de subsistencia o autoempleo,
por necesidad, por oportunidad y dinámicos; el subgrupo de interés en este artículo, son los de subsistencia, que
poseen las mismas características descritas en los trabajadores del sector informal. Entre las más importantes
están, la carencia de planificación, bajos niveles de ingresos, carentes de pensamiento estratégico que les
permita crecer en ingresos o ventas.
Esta falta de información sobre el tema puede deberse a que la mayoría de programas que han sido desarrollados
en Guatemala y Latinoamérica, van enfocados a reducir la cantidad de personas que pertenecen a este grupo;
pero, si tomamos en cuenta que desde que Hart (1973) identificó el término informalidad laboral, poco o casi
nada se ha reducido; este grupo, en lugar de disminuir, se ha incrementado, ya que, según datos de la Encuesta
Nacional de Empleos e Ingresos (ENEI, 2002), el sector informal en el año 2002 representaba el 69.7% de
personas ocupadas; mientras que, en el mismo reporte ENEI (2022), veinte años después, este grupo representó
el 71.1% del total de empleos. Esto lleva a pensar que la reducción de este grupo será una tarea que tomará
varias décadas. Por el momento, el enfoque debería de ser en cómo mejorar las condiciones labores y por ende,
de vida, de este grupo en el corto plazo.
Para asociar el trabajo informal con las microempresas y tener un punto de partida más sólido sobre el tema de
la visión estratégica en este grupo, según la OIT (2014), 60% de los trabajadores de estas pequeñas unidades
laborales de menos de 10 empleados, así como el 84% de trabajos generados por independientes en América
Latina y el Caribe, son considerados informales; entre ambos tipos de empresas, generan casi el 70% del empleo
informal en la región; este dato es congruente con la cantidad de empresas que caen en esta clasificación en el
país. Según el Ministerio de Economía de Guatemala (MINECO, 2019), para el año 2017, el 90.34% del total de
empresas, corresponden a las microempresas, es decir, alrededor de 435.000 de las 481.570 organizaciones que
existen en total.