ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 44, Nº 07, Año 2023
Brower J. «La nueva Ley de migración chilena: vigilancia y control v/s integración. Aportes para un análisis
desde su dimensión de dispositivo discursivo»
Instituciones como la cárcel, la escuela, el hospital o el convento, para ilustrar la expresión de dispositivos de
poder en distintos ámbitos sociales y culturales (Foucault, 2008a). En vinculación directa con estos ejemplos,
también fija su atención en diversas formas de discurso, como el jurídico, para indicar la presencia de dispositivos
de poder por medio de los cuales se relacionan las distintas instituciones en un contexto social e histórico
específicos (Foucault, 2008b). De este modo, instituciones y discursividad generan distintas formas de
subjetividad en su interacción, como sucede con el dispositivo de la sexualidad, campo en el que el autor
desarrolló trabajos muy significativos (Foucault, 1993).
Lo avanzado hasta aquí en la explicación conceptual de un dispositivo nos permite afirmar que la articulación de
un saber/poder específico modela a los sujetos inscribiendo en sus propios cuerpos, en su vida/bios, una forma
específica de ser y actuar en la interacción con los otros. Así, los saberes y acciones consecuentes controlan y
orientan la vida de los individuos en los contextos sociales en que se desarrollan.
Precisamente, esta inscripción de los dispositivos de poder en los cuerpos corresponde, según Foucault, a la
biopolítica, espacio biológico y somático en el que el proyecto capitalista ha puesto su interés superior. De este
modo, toda forma de gobierno y gobernanza se ligan insoslayablemente a un compromiso somático inicial que
se mantiene y desgasta junto a los dispositivos de saber/poder hegemónico. Como señala el propio Foucault
(1992) y luego Esposito (2006), la vida política con toda su carga ideológica y performativa, es inherente a la vida
biológica. Todo discurso/contenedor de un dispositivo de poder se genera desde y hacia el cuerpo, modificando
permanentemente los somas involucrados.
En esa línea expositiva, el discurso, como materialidad lingüística, representa la existencia de núcleos de sentido
que se proyectan desde sujetos concretos para la modelación de los mismos, adicionando cada vez niveles de
subjetividad dados por la interacción de dichos sujetos. De este modo, como hemos señalado en otro trabajo,
es el discurso, expresión esencial de cualquier saber/poder, permitiendo que un conjunto de saberes se
constituya como un dominio que describe, explica y valida la autoridad de ese saber disciplinar, permitiendo
generar ciertos efectos de verdad y realidad (Brower y Contreras, 2022c). Agrega Foucault que todo dispositivo,
en su dimensión de practica discursiva, espacio de saber/poder, produce/crea los objetos enunciados, a través
de dicha práctica (Foucault, 2013). La enunciación discursiva, agrega el filósofo, representa un gran instrumento
para organizar y administrar la experiencia dentro de ciertos marcos históricos en los que se producen los
acontecimientos (Foucault, 1992).
Estas prácticas discursivas de saber/poder, se asocian a sujetos e instituciones que las validan garantizando un
alto grado de veracidad. El prestigio, los derechos adquiridos, junto a las competencias y saberes, les permite
ejercer un dominio ordenador, clasificador, propio de las instituciones que rigen la vida de los ciudadanos. Así,
el tejido discursivo elaborado, contenedor del saber/poder, se vincula de forma insoslayable, a los sujetos que
lo ponen en la dinámica social, involucrando directamente a los sujetos modelizados por un discurso normativo
específico. De esta forma, aporta Foucault, es posible identificar, en campos socio-semánticos específicos, al
delincuente, al enfermo mental, la prostituta, etc. (Foucault, 2008b).
Desde el discurso normativo instalado en la sociedad, se habla sobre él, se le referencia, como señala Deleuze
(1990), aludiendo a una de las cualidades importantes del dispositivo propuesto por Foucault. Lo que se genera,
desde nuestra perspectiva, es la posibilidad de una pragmática discursiva, actualización performativa que
contiene núcleos de sentido específico. Es esa performance, la que se conecta a regímenes históricos que
finalmente le dan mayor o menor relevancia. La práctica discursiva tiene la posibilidad de inscribirse en un
régimen de orden, que recoge un conjunto de subjetividades que lo tensionan, al negociar sobre sus contendidos,
proyectando vectores de sentido que intentan validarse como dominantes, en ciertas coordenadas históricas.
Para Deleuze (1990), esta tensión se transforma finalmente, en una disputa entre modos de existencia que