Vol. 41 (Nº 16) Año 2020. Pág. 26
CÁRDENAS-SOLER, Ruth N. 1; BUITRAGO-BONILLA, Rafael E. 2; GUTIÉRREZ-TORRES, Adriana M. 3
Recibido: 2701/2020 • Aprobado: 19/04/2020 • Publicado: 07/05/2020
RESUMEN: Reconocer la trayectoria académica y profesional de Maestros que han aportado al enriquecimiento cultural de un país, para inmortalizar las huellas que dejaron sus pasos, es el propósito del escrito, donde se comparten algunas de las cuestiones surgidas en conversaciones con Gloria Valencia Mendoza, una educadora musical colombiana. Este trabajo ha sido desarrollado por el grupo de investigación CACAENTA, en su línea Educación musical e interdisciplinariedad, bajo la modalidad de estudio de caso con uso de la entrevista a profundidad. |
ABSTRACT: Recognize academic and professional experience of Master who have contributed to the cultural enhancement of a country to immortalize his expertise is the aim of this paper, where authors share some of the issues raised in the dialogues with the Gloria Valencia Mendoza, a Colombian musical educator. This is a work carried out by the CACAENTA research group, in its line Musical education and interdisciplinarity, under the modality of case study with the use of in-depth interviews. |
Rozando sutilmente el límite de la prepotencia, es posible señalar que existen disciplinas que se acercan de manera más directa al ser humano, a su interioridad y a su esencia. Alcanzar este propósito es posible desde el fluir de las interacciones, que es finalmente el que posibilita las conductas y los encuentros estructurales entre los seres vivos y el medio, sustentados en las emociones (Barthell, Hay, Doan, & Hofmann, 2018; Farny & Kibler, 2019: Maturana & Bloch, 1996). Es allí donde se deben apoyar quienes asumen el reto de ejercer dichas disciplinas, hecho que les exige una especial preparación y una profunda vocación, reflejada en la pasión y coherencia de sus sentimientos, pensamientos y acciones.
En la cumbre de una caprichosa clasificación se podrían ubicar dos disciplinas que por sí mismas son fundamentales para los individuos. En primer lugar, estaría la educación que tiene como reto especial la configuración de un mundo más solidario y humano, que fundamente sus proyectos de cooperación internacional en el planteamiento de valores y destinos comunes, permitiendo una mejor comprensión del universo, de los demás y de sí mismo, para llegar a un verdadero respeto de la diversidad (Delors, 1996; Elfert, 2015; Sánchez, DeFlorio, Wiest, & Olkonomidoy, 2018), haciendo posible, tal y como señala Max-Neef, Elizalde, y Hopenhayn (1996), un desarrollo humano sostenible.
En segunda instancia estaría la música, ya que quienes logran tener la experiencia de un proceso musical mejoran su desarrollo cognitivo y, por ende, fortalecen sus niveles académicos, dada la relación cercana de la música con otras competencias intelectuales (Costa-Giomi, 2015; Silvia, Thomas, Nusbaum, Beaty, & Hodges, 2016). De igual manera, se ha encontrado que el aprendizaje musical fortalece la capacidad de escucha, abstracción, concentración, expresión, motricidad y autoestima de quienes practican este arte (Casas, 2001; Hallam, 2017; Singh & Balasubramanian, 2018; Willems, 2002). Cuando un estudiante tiene la posibilidad de acceder a vivencias musicales significativas, adquiere mejores recursos cognitivos para su futuro, a partir del desarrollo de la creatividad, el pensamiento y la adaptabilidad (Buitrago, Pulido, & Tobar, 2010; Carrillo, Viladot, & Pérez-Moreno, 2017; Jauset, 2017; Zapata, Goubert, & Maldonado, 2004). Adicionalmente, tanto en las vivencias musicales como en las demás experiencias cotidianas, realizar actividades de juego (Bergen, 2015) con otros desarrolla el sentimiento de compañerismo y de pertenencia a un grupo (Navarro-Patón, Basanta-Camiño, & Abelairas-Gómez, 2017; Soto, Lum, & Campbell, 2009; Stakelum, 2008).
Las artes son parte fundamental de la vida y se articulan a los valores espirituales, intelectuales y materiales (Hadzigeorgiou, 2016; Wienk, 2016), al igual que al fortalecimiento de aspectos emocionales de la actividad humana dentro de la sociedad (Herbst, Wet y Rijsdijk, 2005; Valencia, 1996). Por lo anterior, Swanwick (2000) comenta que para entender el papel de las artes en la educación, se hace necesario reconocer su relación con el desarrollo del pensamiento. Así pues, la educación constituye una opción creativa de integración social y cultural (Díaz & Ibarretxe, 2008).
Al referirse al educador musical (Cárdenas & Lorenzo, 2013; Isbell, 2018), el pensamiento se centra en un ser humano que posee la capacidad de articular, tejer, interiorizar y dinamizar las dos disciplinas (música y pedagogía) en una nueva (Bautista, Yau, & Wong, 2017), logrando un impacto social profundo y una perspectiva particular del mundo y de la humanidad.
A manera de comentario, los autores desean manifestar que el presente texto es el resultado de una suma de experiencias humanas y profesionales con la Maestra Gloria, que se articularon con las indagaciones realizadas y una extensa, cálida e íntima entrevista realizada en la ciudad de Bogotá D.C. Este escrito pretende contar la historia de vida de un ser humano admirable, una mujer carismática, una educadora exitosa y una pedagoga musical laboriosa. Se trata de uno de los rostros más importantes de la Educación Musical en el ámbito Colombiano y Latinoamericano, la Maestra Gloria Valencia Mendoza (Figura 1). Esta es su historia de vida.
Figura 1
Gloria Valencia Mendoza
(Foto Rafael E. Buitrago B.)
Nació en Bogotá (Colombia). Su línea de ascendencia familiar es diversa, ya que la mamá procedía de Boyacá y el papá del Quindío. Por los orígenes maternos y porque su progenitor trabajó varios años en tierras boyacenses, Gloria tiene un sentimiento de amor profundo por esta «tierra de libertad». Ella proviene de un hogar muy lindo, según sus propias palabras, y vivió una infancia feliz.
Cuando se le pregunta por su acercamiento al arte musical hace una inmediata referencia a su piano. Recuerda que este instrumento, que conserva en la actualidad, lo compró su mamá a la viuda de Emilio Murillo –compositor colombiano- (1880-1942), para que Gloria aprendiera y practicara, pese a que en la familia no hubo músico ni educador alguno, sin embargo sus padres amaban profundamente la música. «Al parecer la herencia no cuenta en algunas ocasiones», una jocosa apreciación de la Maestra Gloria Valencia.
No tiene claro si a esa edad le gustaba tocar piano o no, pero reconoce que era muy obediente. En ese momento contaba con diez años; su madre le dijo que estudiara y ella le hizo caso, convirtiéndose este hecho en el primer acercamiento formal de Gloria Valencia con la educación musical.
La Maestra Gloria estudió en el Colegio de la Presentación (Bogotá), institución dirigida por una congregación de religiosas, donde más allá de su vinculación al coro que acompañaba las celebraciones eucarísticas, no recibió ninguna clase de formación musical. En este colegio, al igual que en la mayoría de instituciones educativas de la época, en relación con la educación artística, eventualmente ofrecían a las estudiantes clases de dibujo, danza y gimnasia rítmica. No se incluía la enseñanza de la música.
Gloria Valencia mantuvo una relación muy especial con sus compañeras de estudio. Comenta que, por los lazos de complicidad y amistad que se gestaron desde los años escolares, sigue en contacto con un grupo de catorce compañeras del bachillerato, con las cuales se reúne de manera periódica.
Retomando la historia educativa, esta educadora termina sus estudios de bachillerato bastante joven, a los 15 años de edad, continuando paralelamente con sus prácticas pianísticas. Tenía un profundo interés por la psicología, pero decidió estudiar idiomas (inglés y francés), mientras continuaba su formación instrumental con profesores particulares.
Tiempo después ingresa al Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia, donde cursa el programa de Estudios Básicos, aunque sigue tomando sus clases de piano de forma particular; hasta que conoce a una gran Maestra, la pianista italiana Luisa Manighetti, muy reconocida por su labor formativa en el mismo Conservatorio (Páez, 2008) y en la Academia Mascheroni de Medellín (Cárdenas, 2006), a quien contactó gracias a unas amigas. Con esta Maestra trabajó alrededor de cinco años, con el pensum que se implementaba en la época en el Conservatorio de Milán (Italia). Es así como obtiene un nivel pianístico homologable al de Licenciatura Inferior de Piano y cuando va a presentar los exámenes finales para lo que sería una Licenciatura Superior en Piano, con evaluadores extranjeros traídos por la Maestra Manighetti, declinó en su intento, pese a contar con los niveles exigidos, al darse cuenta que en realidad sus aspiraciones de vida la encaminaban por los rumbos de la educación musical y que no tenía intenciones de ser ni concertista ni intérprete solista.
Gloria cree que su inclinación pedagógica inicia cuando la Maestra Luisa le permite asistirla acompañando a los pianistas principiantes, a partir de lo cual comienza a dar clases particulares en su casa y a trabajar en algunos colegios impartiendo educación musical sin haber iniciado sus estudios profesionales.
En ese momento se entera que allí mismo, en la Universidad Nacional, se había abierto la carrera de Pedagogía Musical, en 1967 (Calderón, 2008), y que ya existía una primera cohorte de estudiantes e iban a abrir una convocatoria para las segundas admisiones. A la Maestra Gloria le parece interesante la posibilidad de acceder a estos estudios superiores, en el sentido de que a través de la formación en este programa podía conjugar sus dos principales intereses: la música y la psicología. Es así como decide matricularse e iniciar esta carrera profesional.
Como la Maestra Valencia ya tenía una vasta formación en la disciplina musical, prácticamente hizo la carrera de Pedagogía Musical en dos años, y medio año más dedicado al trabajo de grado, que estaba orientado hacia el planteamiento de una propuesta para un programa de música desde el preescolar hasta el bachillerato, con una sólida, coherente y completa fundamentación teórica, ya que en el medio escolar eran escasos los programas educativos en ésta línea de formación.
A la par que adelanta sus estudios, la Maestra destaca su labor educativa musical realizada en el Colegio San Patricio (Bogotá D.C.), hoy St Patrick´s School (institución femenina de enseñanza bilingüe), desarrollando un programa educativo formal y organizado. En esta institución trabajó por cerca de dos años, disfrutando de la enseñanza de la música con todos los estudiantes del Colegio. Gloria manifiesta que esta experiencia la acercó aún más a la pedagogía, especialmente por su contacto con la directora de la Institución, Emma Gaviria de Uribe, quien tenía una concepción filosófica y educativa sólida, actual e interesante, lo cual mostró a la Maestra Valencia el camino para descubrir su propia vocación pedagógica. Por este motivo, la recuerda con especial cariño, por su carisma y compromiso con la enseñanza.
En el tiempo en que la Maestra adelantaba sus estudios en el Conservatorio de la Universidad Nacional, viene al país un grupo de maestros argentinos especialistas en educación musical, para la realización de un Congreso de Pedagogía Musical, invitados por la directora del Conservatorio de Medellín de ese entonces, la señora Margoth Arango de Henao, considerada como una de las importantes gestoras de dicha institución (Arroyave, 2017; Avella, 2008). Esta actividad académica representaba un contacto muy importante con personas como Violeta Hemsy de Gainza, Educadora Musical con una labor pedagógica trascendente (Sánchez, 2011), Patricia Stokoe, fundadora de la escuela argentina de expresión corporal (Kalmar, 2005), Vida Eisenwaiser, musicoterapeuta distinguida y Jairo Yepes, destacado músico, traductor de la obra de Karl Orff, con Guillermo Graetzer, músico y compositor. A partir de este Congreso se generó un importante intercambio de la Educación Musical de Colombia con la Educación Musical de Argentina, que daría sus frutos en proyectos futuros.
La Facultad de Artes de la Universidad Nacional estaba integrada por los departamentos de Arquitectura, Urbanismo, Diseño, Bellas Artes y Música, y, con el ánimo de promover la excelencia estudiantil, contaba con una beca que se otorgaba a los estudiantes con mejor promedio académico. Por tradición, en la Facultad, los estudiantes de Arquitectura eran quienes ganaban siempre la mencionada beca, pero, curiosamente en 1971 y gracias a las excelentes calificaciones de la Maestra Gloria Valencia (Pedagoga Musical) y del Maestro Francisco Zumaqué (Compositor y Director de Orquesta) se rompe con la tradición y quienes acceden al incentivo son estos dos estudiantes del departamento de Música. Sin embargo, la Maestra confiesa que ella quería trabajar en la docencia, en principio no tenía gran interés en lo relacionado con la beca.
Cuando le asignaron este premio, Gloria comenzó a indagar sobre su interés fundamental para aprovechar aquel apoyo. Es entonces cuando recuerda que desde que inicia sus estudios en la carrera de Pedagogía Musical, le llamaron la atención las propuestas pedagógicas novedosas, las nuevas metodologías que rompían con los esquemas del siglo XIX, aquellas que centraban su atención en favorecer la relación de la música con la formación integral del ser humano (Valencia, 2011) y, quería ir a los sitios en donde se gestaron esos cambios, esas propuestas. Ante todo, con una inclinación por Maurice Martenot y Edgar Willems. Por éste último sentía mucha admiración, fundamentada en sus planteamientos filosóficos y en sus teorías relacionadas con la Pedagogía Musical.
Para aprovechar esta oportunidad de profesionalización, la Maestra empezó a realizar indagaciones en Europa, pero como dato curioso, y debido a la decisión que había tomado frente a sus estudios de piano, sus solicitudes iban acompañadas del requerimiento de no tener que estudiar este instrumento, frente a lo cual ella justificaba dichas peticiones solo con los estudios y nivel alcanzado.
De esta forma, empieza a aplicar en varios conservatorios europeos, entre ellos están: el Conservatorio de Música e Instituto de Educación Musical Edgar Willems, en Délémont (Suiza), el Instituto Jaques-Dalcroze en Ginebra (Suiza) y la Escuela de Arte Martenot en París (Francia). Sin embargo, primordialmente, su ideal era llegar a Edgar Willems. Los preparativos del viaje duraron varios meses, porque la beca, en principio, era por dos años, por lo cual requería organizar tiempo y recursos para alcanzar los objetivos propuestos.
Es así como la Maestra Gloria Valencia viaja a Europa, con la meta de conocer y de aprender más sobre las propuestas metodológicas musicales que estaban direccionando nuevos rumbos para la Educación Musical. Viajó a Salzburgo (Austria) para aprender de la metodología de Karl Orff –métodos instrumentales- (Gainza, 2003), a París (Francia) para conocer las propuestas de Maurice Martenot –materiales acústicos- (Le Gaulledoc, 1997), y luego estuvo un año y medio en Délémont, en el Instituto Willems –aspectos psicopedagógicos de la educación musical- (Willems, 2001). Délémont, era una ciudad pequeña, recuerda la Maestra que era «deliciosa para estudiar», en la que todo el mundo se movía en bicicleta o a pie.
En este momento, Gloria Valencia se da cuenta de que puede aprovechar su viaje y conocer otras propuestas de educación musical, y requiere prolongar su estancia por un año más. Es así como viaja a Ginebra donde permanece por espacio de ocho meses formándose en la metodología Dalcroze -Eurritmia- (Caldwell & Jaques-Dalcroze, 1993; Dalcroze, 2017).
Además de su formación, tuvo la oportunidad de trabajar con niños en el Conservatorio Popular de Ginebra y en el Instituto Dalcroze. Asimismo, recuerda que su estancia en Ginebra le permitió estar muy cerca de Willems, porque él vivía en esta ciudad, hecho que le motivaba, ya que la cercanía facilitaba la resolución de las dudas que se suscitaban después de las sesiones de trabajo en el Conservatorio de Délémont.
Cada una de estas metodologías tenía un trabajo completo de cuatro años, aproximadamente, pero por cuestiones de la beca la Maestra debió reducir este trabajo a la mitad del tiempo, dos años, con el apoyo de los maestros de cada una de estas instituciones europeas, quienes le colaboraron en esos ajustes de cursos y horarios, de forma tal que pudiera completar su formación en todos los niveles formativos.
Estando en Europa, veía la necesidad de hacer muchas cosas en Colombia, en cuanto a la educación musical. Tuvo la posibilidad de quedarse trabajando en el Conservatorio Popular de Ginebra, pero decidió regresar a su país para iniciar una labor, nada fácil en la época (años setenta), pero con grandes posibilidades de proyección.
En el momento en que Gloria Valencia decide regresar a Colombia tiene un compromiso laboral adquirido con la Universidad Nacional -UN-, como docente de planta en el área de Metodología Musical, en la misma carrera donde se había formado, Pedagogía Musical. Entre tanto, en la Universidad Pedagógica Nacional –UPN- estaba comenzando el programa de Experto en Educación Musical. Esta institución le hace una propuesta de trabajo, ante la cual decide aceptar unas horas de cátedra solamente y seguir vinculada al Conservatorio de la Universidad Nacional, donde, además, coordinaba la sección infantil y juvenil. Permanece así durante ocho años, con algunas dificultades institucionales, porque, según cuenta la Maestra, con cierta regularidad la policía ingresaba al campus y los niños y adolescentes que tenía a su cargo se veían en situación de peligro frente a las revueltas de agentes y estudiantes universitarios. Ver esos enfrentamientos y la situación de estar pendiente de los niños, le hizo tomar la decisión de retirarse de la Universidad Nacional -UN- e irse definitivamente para la Universidad Pedagógica Nacional –UPN-.
Se vincula nuevamente al Colegio San Patricio, experiencia que fue fundamental en su consolidación como pedagoga, porque insiste en que la docencia en una institución educativa es importante para el pedagogo musical, ya que lo organiza, lo centra en la realidad de la educación, lo aproxima al interés de los niños en las diferentes etapas formativas, además de acercarlo a una interacción e intercambio profesional con los colegas docentes y sus respectivas áreas del currículo. Es por esta razón que la Maestra Gloria recomienda a sus estudiantes esta experiencia, por ser fundamental en su proceso formativo. Entre tanto, en la UPN trabajaba coordinando los espacios académicos correspondientes a metodologías musicales y asesorando las prácticas docentes, que se realizaban, en su mayoría, en colegios del Distrito. Estas actividades le permiten acercarse a las realidades del contexto educativo propio y así facilitar un aprendizaje más coherente y pertinente en sus maestros-estudiantes practicantes.
Al mismo tiempo, Gloria Valencia junto con su colega Cecilia Casas (pianista) empiezan a organizar lo que sería su propia Escuela de Música (Escuela de Artes Musicales), después de realizar mancomunadamente un Congreso de Música Contemporánea con invitados suizos, franceses y colombianos, constituyéndose en el primer Congreso de sus características en Bogotá.
Gloria tenía la idea de hacer un Jardín Infantil Artístico, pensando en la educación para la primera infancia. Entonces, armó un equipo de trabajo, dentro del cual contaba con un psiquiatra, una fonoaudióloga, una psicóloga y dos psicopedagogas, para plantear lo que sería la formación del niño pequeño en expresión artística (oral, musical, corporal y plástica).
De esta manera, empieza a funcionar la Escuela de Música -Escuela de Expresión Musical- y luego aparece el Jardín, -Jardín Infantil «Noticas y Pinceles»-, el cual funcionó durante veinticinco años, mientras que la Escuela lo hizo por veintisiete. Paralelamente, continuaba con la labor participativa en congresos y asociaciones como la International Society for Music Education –ISME-, a la cual se afilió y participó en varios de sus Congresos. Estando en uno de ellos, realizado en Amsterdam (Holanda), la eligen miembro del Consejo Directivo, por el lapso de dos años, tiempo durante el cual colaboró en la reforma de los estatutos. El inicio de su labor académica en el marco internacional se presenta con una invitación de la Organización de Estados Americanos - OEA, para participar en un Congreso de Educación Musical en San Juan, Argentina (1989), que se realizó con los maestros de música del país gaucho.
La Maestra Gloria Valencia, en una labor incansable, trabajaba simultáneamente en la Universidad Pedagógica Nacional, en su Escuela de Música y en el Jardín Infantil, y adicionalmente viajaba cada tres años a actualizarse a Europa.
En Bogotá existía en ese momento, y existe en la actualidad, el Colegio Refous, dirigido por el suizo Roland Jeangros y en esa época, curiosamente, los visitaba y asistía Ana Lucía Frega, una gran Maestra y educadora musical argentina, quien trabajaba con todos los docentes en asesorías cada dos años. Cuando la Maestra Gloria se entera de sus visitas, empieza a aprovechar su presencia para hacer diferentes actividades de capacitación con la Universidad.
A partir de estos encuentros, en 1991 se organiza en la Universidad Pedagógica Nacional, el Primer Congreso de Pedagogía Musical, realizado en las instalaciones del Gimnasio Moderno, y coordinado por Gloria Valencia, con invitados como la Maestra Ana Lucía Frega, específicamente, porque a Colombia estaba llegando toda la bibliografía de los pedagogos argentinos que impactaba y referenciaba la Educación Musical que se estaba generando en el país. También fueron invitados maestros españoles como: Rosa Font Fuster y María Pilar Escudero, además de Silvia Malbrán (Argentina) y Margarita Fernández (Chile). Este fue un encuentro académico importante para el país y el pionero de los que a futuro realizaría la Maestra Gloria Valencia Mendoza.
Para la Maestra Valencia son varios los referentes que le han aportado significativamente. Sin duda alguna, el más importante es el maestro belga Edgar Willems, ya que su acercamiento la marcó radicalmente, y señaló su ruta de acción profesional. Otra persona que logra impactar su quehacer docente fue la maestra en metodología Dalcroze Lisa Parker, por su calidez humana, trabajo y entrega a los demás. De igual manera, las maestras argentinas Ana Lucía Frega, Silvia Malbrán y Violeta Hemsy de Gainza, y la maestra Françoise Chantraine, en expresión corporal, quien había adoptado una metodología propia. Con respecto a esta última, la Maestra comenta «yo asistí como espectadora a un seminario que ella estaba dando en París, en un enorme auditorio, y por micrófono Françoise dice que va a dedicar ese trabajo a una suramericana que está de visita, la Maestra Gloria Valencia. Ese detalle fue muy lindo e importante para mí en ese momento». G. Valencia (comunicación personal, 11 de septiembre de 2013).
Finalmente, otra persona que logra convertirse en un referente personal y profesional para ésta educadora es el compositor y pedagogo canadiense Murray Sheaffer, quien a criterio de la Maestra Gloria es un hombre maravilloso, con otra perspectiva y línea de trabajo. Cabe señalar que, además, él fue el primer miembro honorario del Foro Latinoamericano de Educación Musical - FLADEM, del que se hablará más adelante.
Como complemento, la Maestra comenta que en Europa la gente tiene un gran deseo y voluntad de cualificación, tal es así que aunque las vacaciones sean cortas, por lo menos la mitad del tiempo la invierten en realizar cursos y esto ella lo aprovechó al máximo. De ahí la posibilidad de haber entablado estas relaciones vitales con figuras de primer orden en el campo de la educación musical, de quienes considera, le han hecho aportes significativos y enriquecedores para crecer en la pedagogía musical.
La Maestra se había vinculado a la ISME, donde evidenció que el interés y participación de los educadores musicales latinoamericanos iba en aumento, llegando más o menos a sesenta y cinco en la reunión anual celebrada en 1994 en Tampa (Florida), con la presencia de representantes de Uruguay, Paraguay, Argentina, Chile, Perú, Puerto Rico, Costa Rica, México y Colombia, entre otros tantos.
Teniendo en cuenta que este tipo de congresos reúne a más de mil personas, en esta ocasión los organizadores programaron un coloquio por regiones, asignándole a cada grupo un espacio para su encuentro. No obstante, Latinoamérica no fue tenida en cuenta, lo que se sumaba al desinterés mostrado hacia los diferentes países y sectores de habla hispana. Este incidente generó un gran malestar y una serie de quejas, por parte de la comunidad latinoamericana asistente, además de una profunda reflexión que concluyó en la puesta en marcha de una asociación latina, que facilitara la interacción, el tejido y el intercambio entre los diferentes países de la región.
La rebeldía suscitada originó un importante trabajo en equipo. Es así como Carmen Méndez de Costa Rica propone a su país para concretar la idea con el apoyo de la OEA. En enero de 1995, con el primer Encuentro Internacional en Costa Rica, nace formalmente FLADEM, el Foro Latinoamericano de Educación Musical, contando ya con Estatutos y Personería Jurídica, gracias al trabajo realizado por Nuria Zúñiga. Posteriormente, la Maestra Gloria convocó un encuentro, en el mes de agosto del mismo año en Colombia, que sin ser oficial, acogió a un buen número de miembros de FLADEM.
Es importante señalar que como fundadoras del Foro Latinoamericano de Educación Musical se reconocen a las Maestras Carmen Méndez de Costa Rica, Violeta Hemsy de Gainza de Argentina, Margarita Fernández de Chile, Lylian Meza de Nicaragua, Cecilia Cabezas de Costa Rica (q.e.p.d.) y Gloria Valencia de Colombia. En 2019, FLADEM cumple 25 años, con 18 países participantes y sigue manteniendo la periodicidad en sus reuniones con un encuentro internacional anual.
En Colombia, bajo la presidencia y dirección de la Maestra Gloria Valencia, se realizó en 2006 la décimo segunda versión y en 2019 la vigésimo quinta, en la ciudad de Bogotá D.C. También, anualmente, se desarrollan encuentros nacionales, dentro de los cuales se pueden señalar: 2006 y 2016 - Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia; 2007 - Universidad del Valle; 2008 - Universidad de Pamplona; 2009 - Universidad de Antioquia; 2010 - Universidad del Bosque; 2011 – Universidad Industrial de Santander; 2012 – Corporación Universitaria Adventista; 2013 - Conservatorio Departamental de Música y Canto del Huila; 2014 – Universidad Industrial de Santander, 2015 - Corporación Universitaria Reformada, en Barranquilla, 2017 – Universidad de Nariño, en Pasto; y 2018 – Conservatorio del Tolima, Ibagué. También se ha intentado desarrollar algunos seminarios regionales, los que hasta ahora sólo han sido posibles en ciudades cercanas de Bogotá.
La Maestra Gloria Valencia comenta que FLADEM ha sido un foro exitoso, ya que se gestó y nació de cero y a lo largo de sus 25 años creció y se consolidó, manteniendo sus encuentros nacionales e internacionales, en los que ha agrupado cada vez a más educadores musicales, sin embargo, ella cree que el tiempo ha pasado y los objetivos fundamentales apenas en parte se han logrado consolidar. Si bien es cierto que la red se estableció, no han sido posibles los intercambios profesionales y de material, es decir, aún hacen falta muchas cosas, razón por la cual la Maestra piensa que el objetivo futuro, es retomar los planteamientos fundamentales y consolidarlos.
Para la Maestra Gloria Valencia lo más importante fue haber asumido la línea de la educación musical, esa decisión le abrió las puertas a nuevas posibilidad en la música, ya que a pesar de la magnífica formación que había tenido en piano, fue a través de la pedagogía que conoció los procesos y desarrollos musicales y su positiva incidencia en los seres humanos; específicamente en cuanto a su comportamiento, personalidad, inteligencia y emoción (Swanwick 2000; Gainza, 2004; Valencia, 2007; Willems, 2002). Además, para ella fue muy importante entender que la música no es solo para seres dotados o especiales, sino que es una dimensión humana que atañe a todos, así como lo plantea Suzuki en su método (Castillo, 2006).
Ya desde su trabajo de grado, evidenció una profunda preocupación y gran interés por aportar a los desarrollos educativos y musicales del país, pero no sólo han sido sus propuestas y trabajos conceptuales, sino además, la labor de sembrar en sus estudiantes colegas la semilla del amor por la pedagogía musical. Al respecto, recuerda la Maestra Gloria a una de sus alumnas brillantes en la UN, quien era una gran pianista enamorada de su instrumento, pero que reconocía que, al igual que su Maestra, había sido la pedagogía la que le había abierto una ventana al mundo, al descubrir la importancia de la música para el ser humano.
La docencia es a lo que más tiempo ha dedicado Gloria Valencia, pasando por diversas instituciones y niveles educativos, pero teniendo siempre como hilo conductor la formación universitaria, inicialmente desde la UN y posteriormente desde la UPN. Desde allí ha proyectado e irradiado la conciencia de lo que es y lo que significa ser docente, tratando de superar la desvalorización que frente a esta disciplina existe en el país, y asumiendo como principio que la imagen depende del mismo docente y su autoconcepto; aspecto fundamental para trabajar sobre la concientización de la importancia del educador musical al interior de las instituciones educativas.
Respecto a la gestión, ésta es quizás el área que muestra resultados más evidentes, en los que aparecen un gran número de congresos, talleres, cursos y encuentros desarrollados en el tema de la Educación Musical, en los cuales participa directamente tanto en el ámbito nacional como en el internacional. La Maestra no se considera una gran gestora, piensa que sus logros al respecto se han sucedido gracias a la participación y apoyo de personas que en cada momento de su vida se han interesado en esas ideas que ella ha propuesto, y que ha sido el trabajo en equipo el que ha permitido el éxito de cada proyecto. Al lado de ello motiva permanentemente a oyentes, ponentes, talleristas y expositores, empezando por sus estudiantes de últimos semestres, cuyos trabajos de grado son importantes y merecen ser mostrados públicamente, e incluyendo a los profesionales más consolidados y exitosos.
A Gloria le gusta la investigación, la cual además le ha traído grandes satisfacciones. Por ejemplo el proyecto sobre Inteligencia Emocional, que coordinó desde el año 1997 hasta el año 2000 en la UPN, y el cual fue establecido, en su momento, como unidad académica denominada «Colegio Académico para el estudio de la Inteligencia Emocional». Con el equipo de trabajo de dicha unidad crearon el grupo de investigación AVE (arte, vida y emoción) en el año 2004. Es así como la investigación ha estado ligada a la gestión, ya que a partir de la experiencia sobre el Colegio Académico de la Inteligencia Emocional, se realizaron seis foros, uno de ellos de carácter internacional, en el que participaron cinco profesores de la Universidad de Bolonia (Italia).
También señala la Maestra Valencia que en algunos casos las políticas de publicación en las universidades no son efectivas, lo cual genera un poco de desmotivación. Un ejemplo de ello tiene que ver con el proyecto sobre la transformación educativa del siglo XIX al XX y proyecciones al XXI, realizado con la Doctora Gloria Patricia Zapata, la docente Diana Rodríguez y cinco estudiantes, quienes además articularon esta temática con su proyecto de grado, consiguiendo el nivel de meritorio. Este proyecto de investigación, a pesar de estar culminado y haber seguido los tramites en la universidad, aún no ha sido publicado.
La gran falencia, principal deuda y a la vez mayor frustración que reconoce la Maestra Gloria, tiene que ver con la escritura, y por ende con la escasez de publicaciones, ya que, según su propia reflexión, ni en el país ni en la disciplina se está acostumbrado a escribir, y también es muy costoso publicar. Por otro lado, ella reconoce que fue una lástima no haber registrado las reflexiones de las experiencias de su Escuela de Música y del Jardín, así como su articulación con los estudiantes del programa de formación superior (UPN), a quienes contrataba por sus excelentes condiciones pedagógicas y musicales. «Hay muchas cosas y personas que realizan acciones muy importantes que nunca se registran». G. Valencia (comunicación personal, 11 de septiembre de 2013).
La Maestra dice que resulta paradójico el hecho de que ahora escriba muy poco, ya que a ella siempre le ha gustado escribir. Específicamente, en la época de su residencia en Europa, redactó muchas cartas en las que relataba sus experiencias y sentimientos, pero luego con el pasar de los años, debido quizás a la aparición de la tecnología y los compromisos académicos, se fue dedicando a otro tipo de labores y dejó de lado el ejercicio de la escritura.
El reconocimiento más importante con que cuenta la Maestra, que es quizá el más valioso que cualquier educador puede recibir, es el de sus discípulos, quienes en muchos casos a pesar de estar desempeñándose en diferentes e importantes actividades académicas o administrativas, cada vez que pueden la buscan para saludarla. No solo quienes están fuera del territorio colombiano demuestran su cariño, admiración y respeto de manera permanente. En este sentido, se podría relatar el caso de Edgar Leonardo Puentes, quien ha estado liderando el proyecto de los conciertos didácticos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y considera a Gloria como una Maestra significativa en su vida.
Teniendo en cuenta que la educadora musical Gloria Valencia se pensionó en el año 2008, la UPN le preparó una bonita y emotiva despedida, que además incluyó una condecoración por sus treinta años de servicio. No es posible dejar de enunciar el reconocimiento de FLADEM Internacional y FLADEM capítulo Colombia, sobre todo desde la perspectiva de los estudiantes y educadores musicales, quienes reconocen a Gloria Valencia como uno de los referentes más relevantes con los que cuenta la educación musical en el país, llevando la vocería y representación de los sueños colombianos ante Latinoamérica y el mundo.
Es importante señalar que muchos de sus colegas de la Facultad de Artes -UPN- piensan que por las condiciones interiores, humanas y profesionales de la Maestra Gloria Valencia Mendoza, resulta muy difícil encontrar quien pueda asumir su sitio y continuar con la proyección de su trabajo.
La Maestra cree que las mujeres son privilegiadas en cuanto a su rol de educadoras musicales, ya que por esa esencia maternal, les es más fácil llegar a los niños y establecer, en términos de Maturana y Bloch (1996), vínculos relacionales íntimos. Y, si bien es cierto que los hombres también logran una comunicación muy especial, ésta es diferente. Gloria Valencia ha consagrado por completo su vida, tiempo, creatividad y energía a la educación musical y a sus estudiantes, por eso siente gran admiración por las mujeres que articulan el rol de madres, amas de casa y profesionales. Afirma que las mujeres de hoy, quizá, son un poco más luchadoras y organizadas, por ese motivo se atreven a realizar muchas actividades simultáneas en el trascurso de su vida.
Dentro de esta pequeña reflexión en cuanto al género, la Maestra explicita que se está presentando un cambio en cuanto al número de hombres y mujeres que empiezan los programas de formación musical y aquellos que se inclinan y deciden por la educación musical. Cuando Gloria realizaba sus estudios en la UN, el número de mujeres era mucho mayor que el de los hombres, al punto de tener dificultades para la realización de trabajos corales polifónicos. Por el contrario, en la actualidad los grupos con los que ella trabaja, generalmente integrados por quince o dieciocho estudiantes, tan solo cuentan con dos o tres mujeres, de donde se puede resaltar el incremento en el interés de los hombres por la dimensión de formación pedagógica.
Frente a la educación musical en el país y su normativa actual la Maestra realiza varias reflexiones: en primera instancia, que la música ha cobrado mayor importancia en el contexto educativo, si se compara con treinta años atrás, ya que hoy en día se exige la Licenciatura en Música para la vinculación laboral al sector educativo público.
La crisis educativa es evidente, y lo ideal sería que la Educación Musical estuviera presente en las aulas escolares, por un tiempo superior al de una hora semanal, siempre con personal capacitado, pero lamentablemente quienes orientan las políticas educativas en el país, a pesar de las evidencias empíricas, no toman las medidas adecuadas o al menos no son suficientes las que toman. La Maestra Gloria está convencida que desde el arte se pueden incidir positivamente en las actuales problemáticas sociales. Por suerte, hay muchas asociaciones que se preocupan por generar ese positivo impacto social, y eso es muy importante, «¡Ojalá! a nivel global existieran políticas más adecuadas» manifiesta con un tono enérgico.
Por otro lado, la situación de la educación musical en el país, como es lógico, depende de los dos Ministerios, el de Educación y el de Cultura, desafortunadamente ellos nunca se ponen de acuerdo. A pesar de ello, hay proyectos de gran impacto nacional, que están dando positivos resultados, dentro de los cuales se pueden citar el Plan Nacional de Música para la Convivencia y BATUTA, que viene desarrollando una labor educativa musical admirable y realmente maravillosa, por la capacitación que se exige a los docentes que trabajan con ellos. También existe la red de orquestas y bandas con un impacto cultural y social de consideración. Sin embargo, es el sector público el que sigue estando un poco en deuda. Claro está, es justo decir, que se han suscitado cambios importantes en el país en el ámbito musical.
También comenta la Maestra Valencia que se suele pensar que en otros países la situación de la educación musical es distinta, pero realmente es igual, salvo unas pocas excepciones. Sin embargo, en el país los presupuestos para educación y cultura cada vez son más bajos. Además, se implementan acciones poco importantes como la Ley de la Música, que dependen de la política gubernamental, razón por la cual terminan siendo poco eficientes.
La formación desde la mirada pedagógica es fundamental y es necesario aprovechar los ritmos e intereses de los jóvenes de ahora, para los cuales es indispensable el trabajo creativo y de improvisación (Ghysels, 2009; Robinson, 2011). Algunos programas de formación superior no tienen en cuenta la trayectoria previa del estudiante, el bagaje musical con el que aborda sus estudios superiores en el sentido de la experiencia musical, porque muchos de ellos tienen sus grupos musicales fuera de la institución, experiencia que les aporta búsquedas y logros que en algunos casos se proyectan hacia su formación académica.
Continuando con la reflexión de Gloria, precisamente se plantea el gran interrogante del valor del aprendizaje significativo frente a la institución que supone que el estudiante llega en «cero», musicalmente hablando. Además, hay docentes que inician su labor formativa indagando por los estudios realizados y maestros previos, deslegitimando las experiencias musicales anteriores. Es decir, el maestro se convierte en un agente que trunca, así que es necesario que los programas sean más abiertos y en lo posible que incluyan el ámbito de la pedagogía de manera más contundente.
Es interesante recordar que el programa de Pedagogía Musical de la Universidad Nacional estuvo vigente por más de diez años. Este era un programa muy completo, como lo señala la Maestra, pero a nivel institucional se generó una reflexión que concluyó con el traspaso de la responsabilidad de la formación de educadores musicales a la Universidad Pedagógica Nacional, asumiendo el Departamento de Música de la UN exclusivamente la formación de instrumentistas, directores y compositores. No obstante, Gloria comenta que actualmente en la UN se han concientizado del gran problema y de la necesidad de la formación pedagógica, e incluso han abierto una Maestría en Docencia del Piano, porque es claro que todos los músicos en algún instante de su vida ejercen la docencia.
Otro aspecto trascendental es que en la actualidad un número importante de universidades privadas en Bogotá D.C. tienen sección infantil de formación musical, lo cual es un gran avance, más allá de cuál sea su razón, económica o social, ya que están requiriendo profesorado capacitado e idóneo para impartir estas enseñanzas. De igual manera, ha crecido el número de programas de formación musical superior por parte de estas instituciones.
La Maestra Gloria piensa que es necesario superar el concepto tradicional de la formación en un único instrumento, porque en su experiencia observa que los estudiantes de ahora tocan un buen número de instrumentos, aunque se especialicen en uno en particular, lo cual resulta valioso para un educador musical. Ahora bien, queda mucho por hacer por parte del docente, sobre todo en la educación oficial y especialmente en la parte social, debido a las actuales condiciones de Colombia, que plantea nuevos retos para el sistema educativo.
Lo cierto es que los docentes deben ser coherentes, para tener credibilidad y una incidencia adecuada en sus educandos. Lo que además implica asumir que los estudiantes no son tabula rasa y que es necesario reconocerlos y conocerlos en su integralidad, fortaleciendo los lazos y vínculos humanos entre maestros y estudiantes.
La felicidad y satisfacción son el sentir que permanece en la interioridad de la Maestra Gloria Valencia Mendoza, gracias a lo que ha hecho, al servicio que ha prestado, al compromiso que ha mantenido, a la pasión que le ha imprimido a sus acciones y a la coherencia que ha procurado mantener.
A pesar de estar pensionada, su labor es imparable, sigue apoyando procesos en la Universidad Pedagógica Nacional, porque siente que aún quedan muchas cosas por hacer, entre ellas la creación de un programa de especialización, que dio sus primeros pasos con la realización de cuatro diplomados, uno por cada una de las metodologías musicales: Willems, Orff, Dalcroze y Martenot. Es pertinente resaltar su vigencia, su vitalidad, su creatividad y deseo de seguir soñando y aportando. En este sentido, ella manifiesta que «llegará el momento en que diga no más, sin tristeza ni arrepentimiento» G. Valencia (comunicación personal, 11 de septiembre de 2013), pero eso estará determinado por su interioridad y será ella la que le indique el momento justo.
La actualidad de la Maestra Gloria Valencia articula también la comunicación vía internet, la lectura y la coordinación del Comité de Monografías y Trabajos de Grado en la UPN, actividad que disfruta en gran medida. El plan ahora es el de dedicar mayor tiempo a la escritura y poder así dejar sus aportes a las nuevas generaciones de educadores musicales.
Es difícil plasmar en unas pocas líneas toda la experiencia, conocimiento acumulado y pasión con que Gloria Valencia Mendoza ha desarrollado cada una de las labores de su vida. Pese a esta gran dificultad, los autores han pretendido, con este escrito, rendir un homenaje a esta amiga, ejemplo de tesón y empeño; agradeciéndole por compartir abiertamente estos detalles de sus experiencias personales y profesionales, y por todo el legado en el ámbito de la educación musical que ha sonado, suena y seguirá sonando, de generación en generación.
Realizar un trabajo como el presente resulta pertinente para las generaciones futuras, por cuanto es un compromiso con el pasado, para entender el presente y forjar el futuro. La educación musical asume una responsabilidad social en la construcción de ser humano y sociedad, y es deber de los educadores musicales reconstruir el trasegar de quienes nos anteceden en esta tarea, para trazar los propios caminos y alcanzar las metas proyectadas.
«El arte es lo más auténtico del ser humano» Gloria Valencia.
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